Mi experiencia con el coronavirus

Ismael Bárcenas, sacerdote jesuita fresnillense

Por Ismael Bárcenas Orozco, SJ

Torreón Coahuila, (30-01-2022).-Hace dos años apareció en el mercado de Wuhan (China) el COVID 19, enfermedad infecciosa provocada por el virus SARS-CoV-2. No me había contagiado, pero la semana pasada una de sus variantes me tumbó en cama.

Siempre las gripas me exigen total atención y días de guardar. El martes pasado sentí el cuerpo cortado y, después de dar clase virtual, fui a que me hicieran la prueba y salí positivo. Me entró el pánico. Quizá mi miedo se detonaba ante la incertidumbre de cómo se iba a poner esto. Sé de gente conocida que en estos momentos está entubada por el Covid.

Otra cosa comenzó a agobiarme, pensar en quien pude haber infectado y los efectos que pudiera acarrearle. Aunque anduve haciendo trabajo de Home-Office, al final le pasé el virus a un compañero de comunidad, quién afortunadamente ha tenido síntomas leves. En lo personal, el virus también me trajo un catarro llevadero. Sí hubo ratos de temperatura. Dos días perdí el olfato.

En algún momento sentí cierto mareo. Y los respectivos ojos llorosos y moquera. En resumen, la cuarta ola del coronavirus me revolcó dos días. Luego vino la mejora. Hasta ayer, tuve tres días de mucha flojera y desguance. Mañana se cumple una semana de que salí positivo y espero volver a hacerme la prueba y dar negativo.

Hay un dicho que dice: Dios hace el agua, pero no la entuba. Es decir, no bosqueja, diseña y pone manos a la obra para tender una red de alcantarillado. En lo personal, no creo en un Dios que manda pandemias a manera de castigos. Creo en el Dios de Jesús, el Abba bueno que a través de su Hijo nos muestra el camino de la compasión y la misericordia.

Creo que Dios nos regala la libertad y la inteligencia, y estos dos ingredientes los veo como una caja de piezas legos, que ahí están, pero es nuestro trabajo unirlas y armarlas.

La libertad la veo como esa parte humana que se nos da para que aprendamos a tomar buenas decisiones. Y una buena decisión es la que nos hace personas más funcionales y también, más solidarias.

Haciendo buen uso de mi libertad puedo construirme como un mejor ser humano y un miembro que aporte algo bueno a la sociedad en la que vivimos. La libertad no está hecha, la construyo. Y como piezas de lego, hay que armarla de tal manera que me vuelva más responsable de las consecuencias de mis actos.

La libertad, junto con la ética, nos ayuda a ser conscientes tanto de uno mismo como del otro. Por las decisiones que elijo puedo abrirme a horizontes de plenitud o, si me ataranto y me autoboicoteo, solito me cierro puertas y puedo llevarme entre las patas al prójimo (y no se vale echarle la culpa a los demás).

Igual la inteligencia, no está terminada, nos toca hacernos inteligentes. Inteligente no significa aprender de memoria wikipedia. Inteligente significa aprender a leer la realidad, entender lo que está pasando, buscar alternativas, apoyarnos en lo que tenemos y de ahí ser novedosos, ser creativos para solucionar los problemas que se nos están presentando.

Por eso me encanta la ciencia y valoro el trabajo que se ha hecho para que, hoy, tengamos vacunas. En mi caso, gracias a ellas, esta enfermedad no me trajo efectos fatales. Claro, tuve que ir a ponermelas. Así lo decidí.

De hecho, traigo un coctel de 3 diferentes marcas. Así se me presentaron las alternativas y opté por tomar dichas promociones. Y bueno, ¿qué sigue? Pues a seguir cuidándonos. Sé que cada vez menos, pero puedo seguir siendo portador y expulsor del virus.

Así que seguiré usando hasta doble cubreboca, KN95, pues no quiero agarrar nuevas variantes ni quiero yo ser motivo para que alguien se contagie.

Otra vez, agradezco a quienes, a través de la ciencia, hicieron posible que tengamos vacunas. E invito a que nos las pongamos.

No está en nuestro control el fin de esta pandemia, que probablemente pasará a enfermedad endémica. Lo que sí está a nuestro alcance es tener esta cultura del cuidado del otro, y de nosotros mismos.

También, invito a que sigamos poniéndonos las vacunas y sus respectivos refuerzos. Es un acto de responsabilidad.

Como decía, Dios no manda estos males, pero tampoco nos agarra de las greñas y nos obliga a que nos las pongamos. Esto es un acto libre. Eso sí, para terminar, veo al Dios de Jesús, por ejemplo, en mis compañeros jesuitas que me trían alimentos y me los dejaban en la puerta.

Creo que el Abba Bueno a eso nos invita, a que seamos buenos samaritanos. Aquí siempre hay una invitación y una tarea. Y bueno, ya no me alargo. Gracias por su apoyo y compañía a distancia. Muchas gracias por sus saludos y envíos de buenas vibras. Aquí andamos, aquí seguimos.