Blues navideño: Lo que Charlie Brown nos señala
Por Julio Cuevas Romo///Ágora Digital
Colima,(20-12-2024).-«Creo que debe haber algo mal en mí, Linus. La Navidad está llegando, pero no estoy feliz. No siento lo que se supone que debería sentir» (La Navidad de Charlie Brown, 1965).
Este pequeño fragmento dicho por Charlie Brown a Linus hace casi 60 años, expresa un sentimiento que muchas personas experimentan durante este periodo de fiestas: una fuerte presión por encajar en narrativas específicas de alegría que han sido impuestas por expectativas culturales y sociales. Charlie, en lugar de cuestionar el contexto que le demanda ser feliz, se culpa así mismo, exponiendo el riesgo de hacer suyo un problema que no le pertenece.
La Navidad y en general las fiestas decembrinas, como son presentadas por los medios y las tradiciones populares, pueden representar un periodo de alegría para ciertas personas, pero también pueden ser un recordatorio de ausencias, carencias o dificultades para otras. Al igual que el buen Charlie, no somos responsables de no sentirnos como «se supone» que debemos sentirnos, pues las expectativas ajenas no deberían ser determinantes en nuestra salud mental y bienestar emocional, y es indispensable que aprendamos a distinguir entre los ideales impuestos y nuestras propias prioridades. Para responder a Charlie, en esa búsqueda, no hay nada malo en uno mismo, únicamente en las narrativas que no nos representan.
El peso del consumismo y las expectativas irreales
Las fiestas decembrinas, son vistas por muchas personas como una época anhelada por sus reuniones, obsequios y adornos luminosos. Sin embargo, para otras personas, estas fechas pueden ser complicadas. La «depresión navideña», o «blues de Navidad», refiere a ese estado emocional donde el estrés, la tristeza y la frustración se acentúan durante la temporada festiva. En este sentido, estas emociones no son una consecuencia exclusiva de la nostalgia o la soledad; sino que están ligadas al consumismo, a las expectativas y la presión para incrustarse en una «Navidad perfecta» que los medios promueven. Las redes sociales y en general la publicidad nos inundan con imágenes de casas decoradas de forma impecable, abundancia de regalos y familias felices, por cierto, normalmente “tradicionales” y estereotipadas formadas por el padre, la madre, las hijas y los hijos solteros viviendo bajo un mismo techo.
Estas representaciones idealizadas que generan la ilusión de que la felicidad navideña depende de cumplir con un estándar de consumo, han sido duramente criticadas, pero siguen prevaleciendo, pues, de hecho, el periodo emocional que nos arroja a este consumismo incluye procesos como la anticipación (¿alguien dijo “el buen fin”?), el estrés por adquirir los obsequios y el placer temporal, seguido de una caída emocional cuando terminan las fiestas. En fechas recientes me ha tocado escuchar y/o leer, por ejemplo, que algunas personas vean como algo positivo que los discursos publicitarios en esta época se apropien de lenguaje de las luchas por la inclusión como estrategias para vender más, o que produzcan experiencias para crear vínculos emocionales con las y los consumidores. Estas estrategias parecen más bien formas de manipulación emocional que refuerzan el consumismo y a la vez, crean ansiedad en quienes no pueden acceder a esas experiencias.
Como se mencionó, un factor adicional en los últimos años es sin duda la comparación y competencia implícita impulsada por las redes sociales, magnificando todas estas emociones. Al observar de primera mano las celebraciones de los demás, algunas personas pueden sentir exclusión o insuficiencia, por supuesto no sólo por lo económico, sino por el “derroche” de felicidad que las redes facilitan montar.
La otra cara de la Navidad
Por otro lado, además de los factores sociales mencionados, especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México mencionan que el aislamiento, pérdidas recientes, la nostalgia e incluso el frío, clima común en estas fechas en nuestro país, son también factores que pueden contribuir a estas emociones negativas. El aceptar estas emociones como parte de los procesos humanos, sería un primer paso para poder canalizarlas. Estas emociones pueden tener un propósito: reflexionar, adaptarnos, y en caso de ser necesario, buscar apoyo, mientras que negarlas o intentar ignorarlas, generalmente aumenta su intensidad.
Algunas propuestas para afrontar el «blues navideño»
Para manejar estas emociones y reducir el impacto tanto del consumimos como de las expectativas impuestas, algunos y algunas especialistas sugieren estrategias prácticas y accesibles como:
Establecer un presupuesto realista: Decidir cuánto gastar en obsequios y festejos puede evitar problemas económicos posteriores. Priorizar la calidad del tiempo compartido, con uno mismo y/o con quienes aprecia, sobre los bienes materiales.
Practicar la gratitud consciente: Independientemente del gusto o no por las fiestas específicas o las creencias religiosas, reconocer los aspectos positivos de la temporada y valorar los pequeños detalles puede mitigar la presión de las expectativas sociales, lo cual no significa ignorar las emociones negativas, sino encontrar un equilibrio.
Crear redes de apoyo: Participar en actividades comunitarias puede reducir la sensación de soledad. Este tipo de conexiones son esenciales para mitigar el aislamiento y encontrar apoyo emocional.
Realizar actividades altruistas: Apoyar a quienes lo necesiten no solo crea un impacto positivo en la comunidad, sino que también mejora el bienestar emocional al permitirnos salir de nuestra perspectiva personal y conectar con los demás. También nos da un sentido de ser útiles y capaces.
Redefiniendo
Pensar en una temporada navideña “perfecta” no solo es irreal, sino que también es innecesario, pues las fiestas deberían, para empezar, ser opcionales y no ser una carga sino un momento para reflexionar sobre lo que realmente valoramos. Si podemos redefinir esta temporada más allá de las expectativas sociales y el consumo, será menos complicado generar experiencias significativas acordes a nuestras emociones, contexto y circunstancias.
En lugar de centrarnos en cumplir con las demandas de los medios o las redes sociales, podemos elegir una temporada de fiestas o descanso que se adapte a nuestras necesidades, en la que el tiempo, la conexión y el cuidado personal sean más importantes que cualquier obsequio.
Más información:
Herrera, P. (2022, diciembre 16). ¿Qué es la depresión blanca o “blues de Navidad”?. UNAM Global. https://unamglobal.unam.mx/global_revista/que-es-la-depresion-blanca-o-blues-de-navidad/
Melendez, B. (Director). (1965). A Charlie Brown Christmas [Especial de televisión]. Lee Mendelson Film Productions; Bill Melendez Productions.
Pato, S. (2023, diciembre 29). ¿Cómo afecta el consumismo navideño a nuestra salud mental?. Público. https://www.publico.es/psicologia-y-mente/como-afecta-el-consumismo-navideno-a-nuestra-salud-mental/
Universidad Iberoamericana. (2018, diciembre 17). Depresión navideña: frío y soledad, factores de riesgo. https://ibero.mx/prensa/depresion-navidena-frio-y-soledad-factores-de-riesgo
Julio Cuevas Romo, profesor-investigador de la Universidad de Colima. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de CONAHCYT. Líneas de investigación: Procesos de enseñanza y aprendizaje de ciencias y matemáticas en contextos de diversidad, uso de narrativas audiovisuales para la enseñanza.
Correo: [email protected]
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