De la pantalla al conocimiento: Los audiovisuales y nuestro aprendizaje.

Colima,(06-12-2024).-En un mundo donde las pantallas dominan gran parte de nuestro tiempo, o “pantallocracia”, como lo denominan algunos autores, los productos audiovisuales se han convertido, nos guste o no, en algo más que entretenimiento. Hoy, documentales, películas e incluso videos en redes sociales nos ofrecen una oportunidad al aprendizaje, conectándonos con ideas, reflexiones e historias que cambian nuestra perspectiva del mundo. Sin embargo, ¿cómo aprovechar este potencial más allá del simple entretenimiento? La respuesta está en transformar el consumo de lo audiovisual en un proceso consciente y reflexivo.

El potencial educativo de lo audiovisual

El uso de audiovisuales en la educación no es nuevo. Para muchos, ver una película en clase era un evento especial, aunque estuviera limitado por la tecnología de la época. Sin embargo, con el acceso cada vez más amplio a plataformas digitales, los audiovisuales han dejado de ser un recurso exclusivo del aula para integrarse en nuestras vidas cotidianas. No solo son útiles para aprender conceptos escolares, sino también para explorar cuestiones sociales, históricas y éticas.

Por ejemplo, documentales como Nuestro Planeta no solo nos muestran la belleza de los ecosistemas, sino que nos invitan a reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente. Las películas de ficción, por su parte, pueden plantear preguntas éticas profundas, como ocurre con Interestelar al explorar los límites de la ciencia y la responsabilidad humana ante el cambio climático. Estas obras van más allá de la pantalla, invitándonos a analizar nuestro entorno con ojos más críticos.

La ciencia, el cine y la cultura popular

Una de las mayores fortalezas de los audiovisuales es su capacidad para presentar de forma accesible lo complejo. La ciencia, que frecuentemente parece intimidante o ajena, se transforma en algo cercano y fascinante cuando se narra a través de una historia. Narrativas populares de hace algunos años como Matrix o los espacios de discusión que generan los cineclubes, ahora en mayor medida virtuales, pueden ser instrumentos para aprender no solo sobre ciencia, sino sobre cómo esta se relaciona con nuestra cultura y valores.

Matrix, aún vigente por ejemplo, no solo plantea preguntas filosóficas sobre la realidad, sino que también nos invita a explorar conceptos científicos como las simulaciones y el avance de la inteligencia artificial. Estas discusiones, cuando se abordan en grupos o espacios de reflexión, generan un aprendizaje colectivo que va más allá de lo que una sola persona podría descubrir.

No espectadores, sí participantes.

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han revolucionado cómo accedemos a los audiovisuales y cómo nos relacionamos con ellos. Plataformas como YouTube, redes sociales o herramientas digitales educativas nos permiten no solo consumir contenido, sino también crearlo, compartirlo y discutirlo. Esta interacción convierte al espectador en un participante activo, un cambio que tiene implicaciones profundas para el aprendizaje.

Por ejemplo, los cineclubes virtuales o grupos de discusión en línea, permiten que personas de diferentes contextos analicen juntos una película, compartan sus interpretaciones y cuestionen sus ideas. Estas experiencias, apoyadas por las TIC, no solo enriquecen nuestra comprensión, sino que fomentan la empatía al exponernos a perspectivas diversas.

El aprendizaje más allá de la escuela

Aunque gran parte de estas reflexiones surgieron en contextos escolares, su relevancia trasciende las aulas. En nuestras vidas diarias, cada uno de nosotros puede aprovechar los productos audiovisuales como detonadores de reflexión y cambio. Ver una película o un documental puede ser un punto de partida para discutir temas importantes con nuestras familias, amistades o comunidades.

En un mundo saturado de información, aprender a ver con ojos críticos es esencial. No se trata solo de consumir contenido, sino de preguntarnos qué nos dice, por qué es relevante y cómo se relaciona con nuestras vidas. Este tipo de análisis no solo nos enriquece individualmente, sino que también fortalece el tejido social, al generar espacios de diálogo y aprendizaje colectivo.

Pantallas: entre consumo pasivo y aprendizaje activo.

Los productos audiovisuales son más que entretenimiento; son herramientas poderosas que, si las utilizamos conscientemente, pueden transformar la manera en que entendemos el mundo. Ya sea en un cineclub virtual, en una sala de clases o en el sofá de casa, cada película, documental o video tiene el potencial de despertar preguntas, inspirar ideas y fomentar el cambio.

En un contexto donde las pantallas son protagonistas, la clave está en cómo las usamos. Transformar el consumo pasivo en aprendizaje activo no solo nos permite crecer como personas, sino que también contribuye a construir una sociedad más crítica, reflexiva y empática. En nuestras manos está el poder de hacer que cada experiencia audiovisual sea una oportunidad para aprender, compartir y transformar.

Más información:

Cuevas Romo, J. (2024). Audiovisuales y registros como herramientas docentes previas a la investigación. En R. Garzón Clemente (Coord.), El arte de investigar en internet. Buenas prácticas (pp. 61-65). Silla Vacía Editorial. https://www.researchgate.net/publication/386176574_Audiovisuales_y_registros_como_herramientas_docentes_previas_a_la_investigacion

Julio Cuevas Romo, profesor-investigador de la Universidad de Colima. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de CONAHCYT. Líneas de investigación: Procesos de enseñanza y aprendizaje de ciencias y matemáticas en contextos de diversidad, uso de narrativas audiovisuales para la enseñanza.

Correo: jcuevas0@ucol.mx

Sitio: https://www.researchgate.net/profile/Julio-Cuevas/research