El abandono escolar es el sigiloso cómplice de la desigualdad social

Colima,(11-04-2025).-No es un concepto nuevo, tampoco son números al azar y es que, a lo largo de los años, los estudios de los organismos oficiales muestran que las cifras de abandono escolar en nuestro país transitan entre menos y más, pero la realidad que hay detrás de ello nos habla infinidad de personas que, por alguna razón (o muchas) ven truncada su educación y eso no solo afecta su presente, sino que acarrea consecuencias para su futuro, pues en las aulas se adquieren habilidades educativas y formativas, pero también sociales que ayudan a la identidad propia de cada individuo.

Con el objetivo de procurar un escenario con mayores oportunidades para todos, en México se ha ido ampliando la obligatoriedad en la educación, logrando cada vez mayor peso a la importancia del desarrollo de todos los individuos a través de la escolarización.

Según datos del Instituto Nacional para el Evaluación de la Educación en México en su Informe 2018,  plasman que desde 1934, se estableció como obligatoria la educación primaria, lo que permitía proveer de herramientas básicas a los estudiantes; más adelante, en 1993, debido a las necesidades que se identificaron en ese entonces, se consideró la educación secundaria como obligatoria, nivel que hay que destacar es uno de los que más abandono escolar presentan hasta la fecha; en 2002, la educación preescolar obtuvo su obligatoriedad y fue hasta el 2012 que la educación media superior fue considerada como obligatoria en el proceso educativo de México.

Así es que cursar la educación desde el preescolar, primaria, secundaria y educación media superior es un proceso al que todos en el territorio mexicano tenemos derecho. Sin embargo, algunos ni siquiera comienzan, otros más avanzan un poco, pero se quedan en el camino, algunos transitan entre las aulas y las necesidades básicas; entre los libros y las herramientas de trabajo y a veces, habrá quien deba elegir entre estudiar o comer.

Para quien no ha estado en esta disyuntiva, es difícil de comprender, pero la mayoría hemos tenido que superar uno o varios obstáculos en el proceso educativo porque es un camino donde confluyen un sinfín de participantes, escenarios, factores y situaciones. Querer estar en las aulas no siempre es suficiente, no para todos. Los documentos oficiales dicen que sí, que la educación es para todos, que es un derecho de todos y es gratuito, pero la realidad va más allá de lo escrito.

Hay una serie de factores que demuestran que el escenario no es el mismo para todos; por un lado, las condiciones en los planteles educativos distan entre sí (cupos, atención para niños con discapacidad, adecuaciones físicas) impidiendo que todos accedan a la educación; y por otro, las características socioculturales individuales de los alumnos, lo que muchas veces hace difícil cumplir esta premisa de obligatoriedad.

La educación como derecho es un sueño para muchas de las personas que conforman las comunidades indígenas quienes en medio de su permanente marginación y vulnerabilidad permanecen unidas entre sí a sus costumbres y tradiciones y aisladas al mismo tiempo del resto de la sociedad, muchas veces como una forma de preservación.

Pese a los programas educativos que se han modificado para incluirlos en el proceso de escolarización aparentemente no se ha logrado grandes cifras pero sí ha cambiado la vida de muchas personas que se han atrevido a entrar al proceso escolar y han descubierto que no implica abandonar sus raíces sino abrazarlas y mostrarlas a través de su estancia en los espacios escolares, ejecutar acciones  que permitan que sus lenguas perduren, de poner en papel sus historias que por muchos años han sido orales y de mostrar su cultura y compartirla.

Algunas personas de las comunidades sueñan con ser médicos, abogados, maestros, pero la distancia, las obligaciones en casa, las costumbres, truncan, la mayoría de las veces, esos anhelos. Hay niños que quisieran asistir diario a la escuela, pero sus padres los llevan al campo, a sus trabajos o los dejan al cuidado de otras personas que no pueden llevarlos a las escuelas. Hay adolescentes que deben contribuir como sostén familiar y se ven obligados a abandonar sus estudios.

Además, hay un sector que también se ve afectado, uno que tiene características específicas y que, muchas veces, por desinformación, se queda sin este derecho a la educación, me refiero a las personas con discapacidad. No sé si se incluyan en las cifras oficiales, pero pese a los esfuerzos de los que he sido partícipe siguen teniendo muchas barreras para acceder a la educación donde se consideren espacios adecuados, docentes con preparación especializada y sobre todo, asesoría hacia los familiares para que puedan identificar que una discapacidad no es una limitación, sino que es una posibilidad para explorar el conocimiento desde otra perspectiva, una que prioriza la empatía, la tolerancia y el respeto a las diferencias humanas.

Otro escenario se devela cada que hay cambio de gobierno, pues también cambios en materia educativa, los docentes que adoptan las medidas sugeridas de pronto se ven en la necesidad de adecuar los contenidos y organizar nuevamente sus planeaciones educativas, pues la educación no solo depende de los docentes, sino que es un trabajo que reúne padres de familia, autoridades educativas y alumnos y todos deben colaborar para que el proceso educativo sea fructífero.

También podemos cuestionar si hay suficiente cantidad de docentes que puedan cubrir las plazas en el país y la respuesta es que sí, hay suficientes, es más hay más que suficientes, pero una cosa es tener la profesión y otra la vocación. Para que un docente tome una plaza en un lugar alejado y marginado para tratar de educar a tres o cinco niños no es solo la educación lo que debe motivarlo, sino una profunda vocación que implica mantenerse alejado de los suyos en alguna comunidad que con suerte tendrá luz, pero no internet y eso, lo sé de cierto, no cualquiera lo acepta.

Y no, no es el dinero, es que uno puede ser muy buen docente, pero trabajar en comunidad no es fácil, es un verdadero reto pues debes integrarte en una comunidad donde tú crees que vas a enseñar lo que viste en las aulas, pero para ellos el que va a aprender eres tú, de la vida real que llevan la mayoría de los niños de nuestro país. Una que prioriza llevar a tu casa alimentos para tu familia y no conocimientos a tu cabeza.

Y así, la pobreza, la marginación, la desinformación, la falta de vocación, de equidad y de condiciones de igualdad se perfilaban como los grandes enemigos de la educación en México hasta que nos llegó la pandemia, una que vino a poner a prueba la presunción de que ya nada nos detenía y ella nos detuvo unos meses, paralizó el sistema tradicional y nos obligó a reformarnos, a actualizarnos y a usar el internet, la televisión, pero sobre todo la creatividad para seguir educando. Cientos de historias de docentes que dejaron la piel tratando de ganar la batalla al aislamiento educativo, necesario para la salud física, pero dañino para la salud mental.

El abandono escolar, ese que acechaba cautelosamente a la educación, se hizo presente cuando muchas personas perdieron el trabajo o a sus familiares y prevalecía el desánimo en la población. Era difícil considerar la educación como prioridad si no se sabía con certeza qué más iba a suceder con tanta fatalidad rodeándonos. Este ha sido un escenario muy complicado, las cifras reales son estremecedoras y todos las conocemos, hay historias cerca nuestro, por todos lados. Hay incontables niños que perdieron a sus padres, cuidadores o tutores, adolescentes que tuvieron que crecer, abandonar las aulas y buscar cómo ganarse la vida. También hay docentes que, aún hoy, luchan con el rezago educativo y que buscan contrarrestar lo que la pandemia nos dejó.

A cinco años de esta pandemia tenemos niños que transitaron casi a ciegas de preescolar a primaria, de primaria a secundaria o algunos más que no tuvieron otra opción que dejar el camino y hasta ahora, arrastran las letras, pero algunas veces no las alcanzan, quieren escribir libros, quieren leer historias, pero todavía no aprendían a identificar los sonidos y el sistema no se detiene por ellos, todo sigue su curso y así, el escenario que enfrenta la educación ahora se ve difícil, pero nada que el trabajo colegiado no supere, porque como dice Augusto Cury, los buenos maestros tienen una metodología, mientras que los maestros fascinantes tienen sensibilidad.

Más información:

Instituto Nacional para el Evaluación de la Educación en México. La educación obligatoria en México. (Informe 2018) Tomado de la red mundial el 12 de marzo de 2025 https://www.inee.edu.mx/medios/informe2018/04_informe/capitulo_00.html

La autora es Maestra en Intervención Educativa por la Universidad de Colima.

Correo: bramírez42@ucol.mx