«El fuego cruje y la solidaridad se enciende», el incendio del semidesierto en los ojos de Memo Tapia
Por Gerardo Romo- Fotos Guillermo Tapia/// Ágora Digital
Mazapil, (11-05-2022).-Entre las cenizas que deja el fuego de días, sale una lagartija en busca de ayuda, encuentra un hombre, llega a sus pies, como si lo hubiera buscado por días, el bombero la toma entre sus manos, la coloca en un lugar seguro. De inmediato le da agua, le salva la vida.
La naturaleza pide ayuda.
Guillermo Tapia, fotógrafo acompaña la batalla de decenas de brigadistas contra el incendio que acabó con más de 500 hectáreas de flora y fauna.
Cuenta que entre los cactus, y nopales que se consumían por las llamas, vio a lo lejos como salían osos, venados… la naturaleza nos busca por auxilio”, insiste el fotógrafo ya de regreso en casa tras jornadas extenuantes.
¿De dónde sacaron fuerza todos?, se pregunta Guillermo aún en la sorpresa.
Y refiere a los muleros, campesinos que conocen como nadie la zona, pues caminan entre sus brechas y senderos a diario, lo han hecho por años, en décadas. Escuchan la pacha mama, en su andar, la aman y respetan, ella gime de dolor. Y ellos guían entre los caminos a soldados, bomberos y brigadistas para que lleguen al fuego lo combatan con palas, machetes y los más diestros, con moto sierras.
Las jornadas comenzaban a las 5 de la mañana y así hasta minutos antes de las dos de la tarde. Entre los que saben de incendios, conocen que entre las 14:00 y 16:00 horas están prohibidas, la intervención humana se detiene por el bien de todos, para evitar quedar atrapados y no convertirse en víctima.
Después la lucha sigue. Así se acumulan hasta 14 horas de combate por sólo 3 o 4 para dormir.
Van de un cerro a otro, el jefe de brigada siempre atento, a cada determinado tiempo de avance comienzan los gritos para identificarse… ¡uno! ¡dos! , ¡tres!, así el líder sabe que todos los que iniciaron siguen en pie con sus mochilas de agua en la espalda fuerza y destreza que les acompaña
“El fuego tiene un sonido muy peculiar, ruge, de repente se calma y ruge de nuevo, en cuestión de minutos salta y sientes que te atrapa, me impresionó ver a hombres en medio de él chaparritos, que los ves en la ciudad tropezándose pero ahí en la sierra se convirtieron en gigantes gracias a ellas y ellos el fuego se controló”, rememora Guillermo Tapia.
Y rememora: La noche del lunes cuando estábamos todos en el campamento llegó un señor con su esposa y su hijo cargando una olla grande de café y otra de frijoles charros para compartírnosla, era quizá todo lo que tenían, pero nos lo dieron, dice Guillermo con la voz entrecortada y sin poder contener el llanto. El pueblo al rescate del pueblo, como suele ser, como es.
“Se puede decir que el fuego que arrasó con la sierra, incendió los corazones de todos, éramos uno sólo”, dice conmovido.
En las imágenes que Guillermo Tapia difundió en sus redes sociales y las de la Dirección Estatal de Protección Civil, donde labora desde hace varios años se observa flora consumiéndose por el fuego y a una mujer enfrentándose a él para salvar un cactus, sola sin miedo, valiente.
Ésa imagen, explica Memo que cuando la captó le recordó a su madre y al ADN de la mujer zacatecana:
-Son guerreras, ellas siempre están ahí aunque haya violencia y adversidad llevando a sus hijos a la escuela, levantándose temprano, siendo siempre las primeras, las que están en la línea de batalla por la sobrevivencia, son nuestras soldaderas que nos tienen de píe como familia, como sociedad-
Según la Dirección de Protección Civil del Estado el incendio fue controlado prácticamente en un 90 por ciento, sin embargo; personas de Conafor y algunos otros expertos seguirán monitoreando el comportamiento del fuego las siguientes 48 horas y evitar rebrotes
“Caminábamos descalzos entre espinas cenizas y oro, el oro está ahí a la mano en las raíces de los cactus” metaforiza Tapia.
Pero el pueblo de Zacatecas, sobre todo en ésta región sigue sumido en la pobreza y ésa no es metáfora, sino una conclusión, la de muchos especialistas de la Universidad Autónoma de Zacatecas pero sobre todo de quienes viven el semidesierto.
Aún los zacatecanos de ésta zona no terminan de explicarse cómo entre tanta riqueza abunda tanta pobreza. Tan cerca del oro, dicen por estos rumbos y tan lejos de la justicia social.
Roberto de la Rosa, comisario Ejidal en Salaverna, quien fue uno de los brigadistas a quien se le vio guiando a otros explicaría ésta desigualdad con una palabra: Ambición
A Memo se le fundieron sus zapatos, terminó descalzo pisando oro a ritmo de rama sobre fuego.