Muy larga introducción para dos cuentos de cf sobre la inteligencia
Por Gabriel Páramo///Ágora Digital
Mercurio
Ciudad de México,(14-04-2024).-¿Realmente sabemos qué es la inteligencia? Como especie, nos enorgullecemos de esta característica al grado de que nos bautizamos como Homo sapiens, el hombre sabio, el que piensa, el que es inteligente, para acabar pronto. No solo nos autoproclamamos inteligentes, sino que determinamos que todos los demás animales no lo eran, que apenas funcionaban como una especie de máquinas biológicas gobernadas por el instinto.
Venus
Algunos estudiosos, en la segunda mitad del siglo XX, quisieron matizar un poco el asunto. “No es que no piensen solo es que no lo hacen como nosotros, en términos simbólicos”. Así, pontificaron que loros, gorilas, perros y mapaches no desarrollaban jamás un lenguaje, pensaban en términos temporales, tenían “verdaderos” sentimientos (o sea, no solo meras sensaciones) ni podían mentir, porque precisamente no pensaban, que eso solo lo hacíamos los humanos.
Tierra
Los hechos resultaron contrarios a la explicación y resulta que muchos animales pueden hacer, y hacen en su entorno natural, mucho de lo que suponíamos que nos era exclusivo y, entonces, otra vez nos quedamos a medias, sin saber si somos o no inteligentes, si es nuestra cualidad distintiva. Pero la situación todavía empeoraría.
Marte
Por un lado, Turing y otros empezaron a suponer que la inteligencia se refería a la capacidad de información y su procesamiento, con lo que dieron pie a la noción de la inteligencia artificial. Por otro, proyectos como SETI se dedicaron a buscar inteligencia, definida con los parámetros de la inteligencia humana, en el espacio. Creo que ambos enfoques tienen un error terrible de origen, pues parten de definiciones incompletas o tautológicas de la inteligencia.
Cinturón de asteroides
Desde la idea de que inteligencia es la capacidad de entender o comprender que involucra el pensamiento y la abstracción, pasando lógicamente por las formas de comunicarnos, hasta el “descubrimiento” de siete, ocho o doce (ya ni sé cuántos llevan) tipos de “inteligencias”, que en realidad me parecen una forma de las nuevas formas “políticamente correctas” de decir que todos somos inteligentes, nos quedamos, como decía el refrán campesino de hace décadas, “chiflando en la loma”.
Júpiter Con todo eso como apenas unos apuntes sobre el tema, quisiera recomendar dos cuentos de ciencia ficción impresionantes que abordan el tema. En los dos, creaturas no humanas muestran que el ser humano es incapaz de comprender una inteligencia fuera de la suya y son, por tanto, incapaces de reconocer lo que tienen frente a ellos. No podemos dejar de leer, de Ursula K. Le Guin “Laberintos”, en la que un ser de incomparable sensibilidad cree que solo su muerte podrá dar un atisbo de que es un ser racional. También debemos conocer “El gran silencio”, una historia de ciencia ficción de incomprensión, ceguera y amor de Ted Chiang. En próxima entrega haré un análisis de ambas historias