Feliz Navidad 2024

  • No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
    Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor
    .
    (Lucas 2, 10-11)

Zacatecas,(25-12-2024),1.- La paz y el amor de Dios, nuestro Padre, que se han manifestado en Cristo,
nacido para nuestra salvación, estén con ustedes. Éste es el saludo litúrgico de la Iglesia para Navidad, tiempo tan esperado, de presencia familiar, deseos de fraternidad, anhelos de paz y amor, de sueños y nostalgias, de movilidades diversas.
Navidad nos proporciona el tiempo y el espacio para escuchar al ángel que da la más grande noticia que la humanidad jamás haya imaginado: ‘Hoy nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor’. La Buena Noticia es para la ciudad, para todo el pueblo, en cualquier condición y situación en que se encuentre.

Es para todos: sanos y desahuciados, chicos y grandes, malhechores y bienhechores,
víctimas y victimarios, servidores públicos y privados, sicarios y ‘señores’…

Navidad es regalo y gracia, ternura y cercanía, oportunidad y compromiso. Sólo se necesita la fe en el Niño recién nacido, salir de sí mismos -como los pastores- y abrirse al don de Dios-con-nosotros. Él es lugar donde el prójimo se convierte en nuestro hermano de todos los días.
¡Es Navidad! Abramos la mente, el corazón y los brazos al Niño Jesús, nuestro Salvador.

2.-El saludo litúrgico y los saludos de Navidad se dirigen al corazón de personas, grupos, comunidades, creyentes y no creyentes. Sin olvidar los aspectos oscuros del tiempo que vivimos, Navidad no deja de ser un tiempo propicio que se hace oportunidad para intercambios, nuevos sueños, nuevas relaciones, mejores posibilidades, otros retos.
Vivimos esta Navidad en contextos y entornos diferentes a los de años anteriores. Además de la situación particular de personas y familias, grupos y comunidades, quisiera acentuar -entre otros- estos desafíos:
 La pandemia ha pasado, pero ha dejado secuelas y heridas en individuos e instituciones que requieren atención, sanación, salvación. Navidad puede inspirar nuevos caminos para levantar corazones cansados y abatidos.
 Nuestra vida cotidiana está inmersa en diversas crisis. Una de ellas es la crisis de fe en Dios. Ésta coincide con la pérdida de sentimientos humanos y valores trascendentes. El resultado es una preocupante deshumanización. En Navidad, Dios le apuesta al ser humano. ¿Y nosotros?

 Todos los días oímos hablar de ‘transformación’ pero muy pocas personas cambian en su visión de las realidades a transformar. Si la realidad -marcada por inseguridades de todo tipo- no nos toca, corremos el riesgo de vivir en frustración continua y en evasiones destructivas. El miedo y la ansiedad no son buenos consejeros. Navidad puede contribuir a identificar las notas de una verdadera conversión.
Vivir Navidad es aceptar que Dios ha puesto su casa entre las nuestras; ha entrado en la humanidad para sanarla desde la raíz y liberarla del pecado y de la muerte. La presencia de Dios-con-nosotros es vida, ternura, acogida, verdad, perdón, alegría, gracia, plenitud.
¡Acerquémonos al pesebre del Niño Dios, nuestro Salvador! ¡Vengan y adoremos!

3.-No teman, porque les traigo una buena noticia. Navidad es la gran manifestación de la cercanía del amor de Dios al ser humano de todos los días. Al mismo tiempo, es la oportunidad para que la fe cristiana aporte con prestancia buenas noticias a la humanidad doliente y expectante de nuestro tiempo.
En el corazón del tiempo de esta Navidad, la Iglesia abrirá la puerta del Año Jubilar.

El Papa Francisco nos indica en la convocatoria que la esperanza constituye la noticia central de la Navidad. “La esperanza no defrauda” (Rom 5,5) es la nota clave para la gente de nuestro tiempo; ser peregrinos de la esperanza, el lema y, al mismo tiempo, el camino y la tarea del cristiano.
La esperanza nace del amor y se funda en el amor. En su dinamismo nos orienta, indica la dirección y la finalidad de la existencia cristiana. También nos compromete a ser signos de esperanza para los pobres, los enfermos, los excluidos de nuestro tiempo.
Que esta Navidad nos ayude a recuperar la confianza necesaria —tanto en la
Iglesia como en la sociedad— en los vínculos interpersonales, en las relaciones
de cada día, en la promoción de la dignidad de toda persona y en el respeto de
la creación.

Que el testimonio cristiano de una Navidad vivida con alegría sea en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielo nuevo y tierra nueva, dondehabite la justicia y la concordia entre las personas y los pueblos.

Que la celebración familiar y festiva de Navidad nos impulse a buscar la reconciliación con Dios, el prójimo y la creación como condición indispensable para construir una paz duradera.

¡Feliz, misionera, sinodal Navidad, año 2024!

*El autor es obispo de la Diócesis de Zacatecas