Ismael Guardado y su faceta musical en Zacatecas

Por Alfonso Vázquez Sosa /// Ágora Digital
Zacatecas,(26-05-2025).-A raíz del reciente fallecimiento del reconocido artista zacatecano Ismael Guardado, diversas voces del ámbito cultural y académico han manifestado su sentir, recordando la vasta y polifacética trayectoria de uno de los creadores más importantes de la región. Guardado, originario de Ojocaliente, Zacatecas, fue un artista de talla internacional que mantuvo siempre un fuerte vínculo con su tierra natal, y en particular con la Universidad Autónoma de Zacatecas, institución que alberga varias de sus emblemáticas esculturas y murales.
Si bien su obra plástica es ampliamente celebrada, un reciente homenaje en el vestíbulo del Congreso del Estado, donde se ubica su mural «Bajo la Roca», sirvió de escenario para recordar otras facetas de su quehacer creativo. Se le definió como un «artista total», cuya producción abarcó la escultura, el grabado, la pintura y, de manera notable, la música.
Fue precisamente en el ámbito musical donde Guardado cultivó una faceta quizás menos conocida por el gran público, pero de profunda resonancia. Proveniente de una familia con antecedentes musicales, Ismael tuvo desde joven una vida musical muy activa. Quienes tuvieron la oportunidad de tratarle de cerca, lo recuerdan cantando y tocando el arpa en reuniones íntimas, ya fuera acompañado por familiares o por otros músicos.
Su implicación en la vida musical de Zacatecas es legendaria y alcanzó un punto álgido entre 1994 y 2000, cuando se involucró de manera decidida en la organización de dos de los festivales de mayor impacto en la historia cultural del estado: El Coloquio Musical y el Otoño Musical de Zacatecas. En la casa de Ismael en Ojocaliente, se llevaban a cabos encuentros que fomentaron un ambiente artístico de gran calidad, reuniendo a empresarios, académicos e intelectuales. De estas colaboraciones surgieron proyectos de gran valor patrimonial, como el encargo de obras a compositores que fueron estrenadas y grabadas, la recopilación de colecciones de autores zacatecanos de los siglos XIX y XX y la creación de nuevas obras plásticas. Uno de los frutos de este periodo fue la grabación de canciones populares de mujeres compositoras zacatecanas, entre las que se encontraba su propia madre, Isadora Guardado.
Su colaboración con la Universidad Autónoma de Zacatecas se intensificó a partir de 2007, cuando propuso la creación de varias esculturas y murales para el nuevo campus Siglo XXI, la Unidad Académica de Derecho y la Rectoría. Su visión integradora del arte se manifestó en eventos como el estreno de la obra «El arado», para la cual diseñó una presentación que fusionaba música y danza.
A pesar de su prolífica carrera y las numerosas exposiciones que realizó en varias partes del mundo y en nuestro país en ciudades como México, Aguascalientes y Guadalajara, Guardado mantuvo siempre una clara visión sobre el destino de su obra. Durante un homenaje en 2019, con motivo de los 50 años de su obra «Prometeo», expresó enfáticamente su deseo de no tener un museo con su nombre, afirmando: “Mis obras deben estar en los espacios para los que fueron concebidas, ese es su lugar”.
El legado de Ismael Guardado es vasto y aún queda mucho por analizar sobre su profunda influencia en el desarrollo cultural y, muy especialmente, musical de Zacatecas. Su partida deja un vacío, pero también una obra perdurable que dialoga con el espacio público y la memoria colectiva de los zacatecanos.