No, no es contra España

Por Gabriel Páramo/// Ágora Digital

Mercurio

Ciudad de México,(12-02-2022).-Recientemente, el presidente López Obrador declaró que sería conveniente pausar las relaciones con España. De inmediato, tanto en el país europeo como en México, empezaron las críticas contra el mandatario. Desde las racistas del tipo “pero si sus antepasados son españoles”, hasta las maliciosas en la línea “pero qué ignorante” o las preocupadas porque “qué van a pensar de México en el exterior”.

Venus

Sin embargo, en esta ocasión el presidente tiene razón. Totalmente. Las empresas mineras, energéticas, bancarias, turísticas y muchas más de España han vuelto a hacer de México tierra de conquista. Invierten centavos y se llevan miles, además de que contribuyen al saqueo de nuestro país. Claro, no son los únicos, pero ellos lo hacen con un cinismo especial basado en la cercanía que debería haber entre ambas naciones.

Tierra

Tampoco es secreto que al presidente tampoco le agrada la casa real española. Hediondo vestigio de la antigüedad, los reyes de España y su familia no solo se han caracterizado por sus gastos estrambóticos y sus ligas con regímenes antidemocráticos. El rey de España actual debe su puesto a uno de los peores dictadores de la historia, Francisco Franco, quien durante décadas mantuvo su país bajo su yugo tiránico.

Cinturón de asteroides

Franco encabezó un golpe de estado y una guerra fratricida, de la que aún reclaman justicia miles de muertos enterrados en las cunetas de los caminos españoles, en contra de una República democráticamente elegida por la voluntad del pueblo. Luego de 36 años, el dictador heredó el gobierno a Juan Carlos, quien se vistió de falsos ropajes pseudodemocráticos para poder seguir reinando.

Júpiter

Entonces, que se pausen las relaciones con España para poner distancia y aclarar las cosas es una acción de independencia y congruencia políticas. Sobre todo porque ese alejamiento es con el gobierno y los empresarios, no con el pueblo español que, a fin de cuentas, también es víctima del pillaje de las grandes empresas y de su ridícula corona.