Studio Ghibli, inteligencia artificial y la nada nueva historia de la culpa ecológica

Por Julio Cuevas Romo/// Ágora Digital
Colima,(04-04-2025).-Hace unos días, las redes sociales se llenaron de imágenes generadas por inteligencia artificial con la estética del famoso estudio japonés Studio. Árboles mágicos, niñas con mochilas y cielos rosados inundaron nuestras pantallas con nostalgia animada. La novedad, como casi todas las oleadas en redes sociales, fue efímera, pero el debate que generó fue, más que profundo, igual de estridente. Las advertencias comenzaron a circular: “Cada imagen consume muchísimos litros de agua”, “generar estas imágenes está dañando el medio ambiente”, “si te importa la naturaleza, no uses IA”. Incluso acabo de toparme con un meme muy conocido de la película “El pianista”, donde al protagonista le piden que pruebe que es (insertar aquí su insulto favorito) y la respuesta para probarlo, es que generó una imagen con la estética Ghibli.
Este tipo de alertas no es nuevo. Lo que resulta llamativo es que la crítica se dirigiera de forma tan directa hacia los usuarios, sin ningún matiz, sin análisis técnico, y en no pocos casos, con un marcado desprecio y con las ya comunes poses de superioridad tanto moral como intelectual que abundan en las redes. Una vez más, se activó una narrativa que ya ha sido tendencia en otros momentos: la eco-culpa individual. En otras palabras, responsabilizar al usuario común de la crisis ambiental, mientras se pasa por alto el rol estructural de industrias que han venido consumiendo y contaminando a gran escala desde hace décadas.
IA, agua y contexto
No se trata de negar que la inteligencia artificial consuma recursos, por supuesto que nos atañe y debe preocuparnos. Se estima que para 2027 el funcionamiento global de IA requerirá entre 4.2 y 6.6 billones de litros de agua anuales solo para refrigerar sus centros de datos, lo cual es comparable al consumo total de países como Dinamarca (The Guardian, 2025).
Pero para ponerlo en contexto: la industria textil consume entre 79 y 93 mil millones de metros cúbicos de agua al año, más de diez veces que toda la IA proyectada (Recover™, 2024). Las grandes cerveceras como Anheuser-Busch InBev y Heineken usan más de 230 millones de metros cúbicos anuales (Statista, 2023). Y solo en México, Coca-Cola extrae más de 28 millones de metros cúbicos de agua al año, suficiente para abastecer a medio millón de personas (Contralínea, 2023).
¿Entonces por qué hay más enojo hacia quien genera una imagen estilo Ghibli que hacia estas industrias? ¿Por qué esa indignación parece selectiva?
La crítica sí, pero con fundamentos
Estas líneas no buscan por supuesto, justificar el (enorme) consumo ambiental de la IA ni promover su uso desmedido y sin regulación. La crítica a estas tecnologías es necesaria, pero debe ser argumentada, informada y enfocada estructuralmente. No se trata de tildar de ignorante a quien critica el uso de IA —la preocupación ambiental es legítima— pero tampoco es válido que esa crítica derive en la descalificación automática de quienes usan estas herramientas, muchas veces sin conocer su impacto completo.
Así como hay ignorancia en el entusiasmo desmedido por cualquier novedad tecnológica, también hay ignorancia en la crítica visceral y moralizante, que olvida que plataformas como Instagram, TikTok o Google también usan inteligencia artificial desde hace años y requieren enormes cantidades de recursos para operar. ¿Por qué esa IA «invisible» no recibe la misma condena?
La respuesta está en que la crítica moralista es más fácil cuando hay una figura visible y nueva que se pueda responsabilizar. Pero culpar al individuo —como si fuera el centro del problema— solo perpetúa la misma lógica que las corporaciones llevan décadas promoviendo: la del “consumidor culpable”.
Del greenwashing al lavado de responsabilidad
La eco-culpa individual es una narrativa que desplaza la responsabilidad ecológica a las decisiones personales: si tú separas la basura, si tú cambias el popote, si tú no usas IA… entonces salvarás el planeta. Esta narrativa olvida que el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de solo 100 empresas, según un estudio de CDP y el Climate Accountability Institute.
A esto se suma el fenómeno del «lavado verde de responsabilidad», una forma de greenwashing que no solo simula conciencia ambiental, sino que disfraza de ética individual un problema sistémico. Las campañas que promueven “elige bien, compra consciente” son necesarias, sí, pero insuficientes si no van acompañadas de regulación, fiscalización y reforma industrial.
No hay que perder de vista que la propia idea de la “huella de carbono personal” fue impulsada por British Petroleum en los años 2000, como forma de distraer la atención de su responsabilidad climática.
Reconocer también lo valioso del esfuerzo individual
Ahora bien, esto no significa que el esfuerzo individual carezca de valor. Al contrario: muchas transformaciones culturales empiezan por las decisiones personales. El problema es convertir esa elección en una carga moral que ignora los factores estructurales. Celebrar la conciencia ambiental debe ir acompañado de exigir cambios reales a las corporaciones y gobiernos.
Hay usuarios que han decidido usar modelos IA que requieren menos recursos, optar por herramientas locales en lugar de servicios en la nube, o simplemente informarse antes de usar una aplicación. Esos pasos importan. Pero deben insertarse dentro de un marco más amplio.
¿Y entonces qué se puede hacer?
No basta con señalar el problema. A continuación, dos pautas concretas y documentadas que permiten contribuir al cambio sin caer en la trampa de la eco-culpa individual:
1. Exigir transparencia hídrica en la industria tecnológica
Según la iniciativa Green Software Foundation, una forma concreta de mitigar el impacto de la IA y el software en general es transparentar públicamente el consumo energético e hídrico de cada modelo o plataforma. Empresas como Microsoft ya reportan sus consumos anuales de agua, pero esto debe convertirse en norma, no en excepción.
Propuesta ciudadana: Apoyar legislaciones y peticiones públicas que exijan esta transparencia a empresas de tecnología, como las que ya se han comenzado a debatir en el Parlamento Europeo.
2. Promover tecnologías con diseño sostenible y uso localizado
La organización Low Tech Magazine y el movimiento de computación regenerativa proponen modelos tecnológicos que consumen menos recursos porque se adaptan a las capacidades locales. Esto incluye desde servidores comunitarios alimentados con energía solar, hasta IA entrenadas de forma descentralizada y con datos específicos.
Propuesta ciudadana: Apoyar plataformas que no dependan exclusivamente de grandes servidores centralizados, o bien, desarrollar proyectos en red local (por ejemplo, IA entrenadas para necesidades de comunidades o universidades).

¿Qué vemos cuando vemos una imagen estilo Ghibli?
Volvamos al inicio. La belleza de una imagen generada por IA con estética Ghibli puede provocarnos muchas emociones. Tal vez asombro, tal vez nostalgia, tal vez molestia. Pero esas emociones no deben nublar la conversación crítica. Podemos preguntarnos con honestidad: ¿por qué me molesta más esa imagen que la operación constante de las apps que uso todos los días? ¿Por qué culpamos tan fácilmente a quien la genera, pero no al sistema que hace rentable que millones lo hagan sin control?
La tecnología, como el arte, no es neutral. Pero tampoco lo son nuestros juicios sobre ella. Y si realmente queremos un futuro más sostenible, debemos salir de la lógica de la culpa individual y entrar en la lógica de la responsabilidad estructural con acción colectiva.
Por otro lado, el otro gran debate que se avivó con esto tiene que ver con los y las artistas, los derechos de autoría y sí, también con los grupos que Umberto Eco llamó en su momento apocalípticos e integrados. ¿Por qué no generó la misma indignación la oleada de generación de imágenes tipo Pixar el año pasado? ¿Hay acaso matices de lo que debe defenderse como arte y lo que no? Eso lo podemos platicar en una siguiente edición.
CDP. (2017). New report shows just 100 companies are source of over 70% of emissions. Recuperado de https://www.cdp.net/press-releases/new-report-shows-just-100-companies-are-source-of-over-70-of-emissions
Contralínea. (2022). Coca Cola acapara en México 28.2 millones de m³ de agua. Recuperado de https://contralinea.com.mx/interno/semana/coca-cola-acapara-en-mexico-28-2-millones-de-m3-de-agua/
Recover™. (2024). World Water Day: Recover™ innovates to save water. Recuperado de https://recoverfiber.com/newsroom/world-water-day-2024
Statista. (2023). Water usage of beer breweries worldwide 2023, by company. Recuperado de https://www.statista.com/statistics/1410599/water-usage-of-leading-beer-breweries/
The Guardian. (2025). Water shortage fears as Labour’s first AI growth zone sited close to Abingdon reservoir. Recuperado de https://www.theguardian.com/technology/2025/jan/13/labour-ai-datacentre-growth-zone-water-shortages-abingdon-reservoir
The Guardian. (2021). Big oil coined ‘carbon footprints’ to blame us for their greed. Keep them on the hook. Recuperado de https://www.theguardian.com/commentisfree/2021/aug/23/big-oil-coined-carbon-footprints-to-blame-us-for-their-greed-keep-them-on-the-hook
World Economic Forum. (2024). Circular water solutions key to sustainable data centres. Recuperado de https://www.weforum.org/stories/2024/11/circular-water-solutions-sustainable-data-centres/
Julio Cuevas Romo, profesor-investigador de la Universidad de Colima. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de CONAHCYT. Líneas de investigación: Procesos de enseñanza y aprendizaje de ciencias y matemáticas en contextos de diversidad, uso de narrativas audiovisuales para la enseñanza.
Correo: jcuevas0@ucol.mx
Sitio: https://www.researchgate.net/profile/Julio-Cuevas/research