La Salud Mental: ¿por qué debería interesarnos más?

Colima, Col,(20-09-2024).-Imagina a Ernesto, un estudiante de 16 años que solía ser activo y participativo en clase. Sin embargo, durante los últimos meses, su comportamiento ha cambiado drásticamente. Ahora, Ernesto se muestra retraído, se distrae con facilidad y se siente abrumado por las tareas escolares. Le cuesta trabajo concentrarse y siente que, poco a poco, ha perdido la conexión con sus amigos; la soledad lo afecta profundamente. En fechas recientes, ha dejado de experimentar emociones claras: ni alegría ni tristeza, solo un vacío que no sabe cómo explicar, y se pregunta si esto es normal o si algo anda mal.

Rocío tiene 35 años y trabaja en una empresa de tecnología. Siempre ha sido considerada una profesional exitosa: es organizada, puntual y dedicada a su trabajo. Sin embargo, últimamente ha estado sintiéndose abrumada. La presión por cumplir con plazos ajustados y las largas horas de trabajo han comenzado a pasarle factura. En casa, Rocío ha dejado de hacer las cosas que solía disfrutar, como salir a correr o tejer. Cada día se siente más fatigada, su paciencia es corta y su mente está constantemente llena de preocupaciones, al punto que le resulta difícil concentrarse incluso en las tareas más simples. Aunque aparenta estar bien ante sus colegas y familiares, dentro de ella siente que está al borde del colapso. No sabe a quién acudir ni cómo explicar lo que le sucede; se pregunta si lo que siente es normal o si simplemente está «exagerando».

Roberto es un docente de 42 años con más de una década de experiencia en educación media superior. Siempre ha sido reconocido por su dedicación y entusiasmo en el aula, no obstante, en los últimos meses, sus colegas han notado que algo ha cambiado. Roberto se muestra más irritable, parece agotado constantemente y ha empezado a faltar a algunas reuniones. Él mismo siente que la pasión por su trabajo se está desvaneciendo, pero no sabe cómo explicarlo. Ha comenzado a tener problemas para dormir y los fines de semana, en lugar de descansar, siente una ansiedad creciente al pensar en el lunes. Se pregunta si está simplemente «cansado» o si hay algo más profundo que no está viendo. No se atreve a hablar con sus colegas o su familia sobre cómo se siente, temiendo que lo interpreten como una señal de debilidad o que lo juzguen por no poder lidiar con la carga.

Ana es ama de casa y madre de dos niños pequeños. Su día comienza antes del amanecer y termina muy tarde, después de atender a su familia, ocuparse de las tareas del hogar y cuidar de todos los detalles que mantienen su hogar en funcionamiento. Aunque a simple vista parece que lo lleva todo bajo control, Ana ha estado sintiendo un peso cada vez mayor en su pecho. La rutina diaria, la falta de tiempo para sí misma, así como la constante sensación de que nunca es suficiente, han comenzado a afectarla. De manera reciente, se siente agotada con mucha frecuencia, tiene cambios bruscos de humor y, a veces, se sorprende a sí misma llorando sin motivo aparente; un malestar estomacal la empieza a preocupar y los “pequeños” dolores de cabeza son cada vez más constantes. Sus amigos y familiares le dicen que es «normal» sentirse estresada, que es parte de ser madre y que solamente necesita «ser más fuerte». Pero Ana sabe que hay algo más: se siente atrapada en una espiral de emociones que no puede controlar.

Ernesto, Rocío, Roberto y Ana provienen de contextos diferentes, pero estas cuatro personas comparten una experiencia común: están enfrentando desafíos relacionados con su salud mental. A pesar de sus diferencias, sus situaciones revelan algo fundamental: los problemas de salud mental nos afectan a todos y a todas, sin importar nuestra ocupación, edad o circunstancias. Estas dificultades no discriminan, pueden surgir en cualquier entorno y perjudican a personas de todas las esferas de la vida. La salud mental no es solo la ausencia de trastornos mentales, sino un estado de bienestar en el que cada persona pueda afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de forma productiva, aprender y contribuir a su comunidad. Entonces, ¿por qué no hablamos más de ello?; ¿por qué debería interesarnos a todos, no solo cuando enfrentamos una crisis personal, sino como parte integral de nuestra vida diaria?

Factores que Inciden en la salud mental: determinantes sociales de la salud

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022) la salud mental es “un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad”. La salud mental se ve influenciada por una amplia variedad de factores, conocidos como los Determinantes Sociales de la Salud, que incluyen las condiciones económicas, sociales y ambientales en las que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen. Por ejemplo, individuos que provienen de familias con dificultades económicas, situaciones de violencia doméstica o entornos comunitarios inseguros tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental. En el contexto escolar o laboral, otros factores como la presión académica, el acoso y la falta de apoyo emocional también juegan un papel crítico. Entender y reconocer estos determinantes es esencial para tomar medidas efectivas de apoyo y desarrollar propuestas individuales o comunitarias.

¿Cómo está nuestra salud mental y por qué debería preocuparnos?

Los problemas de salud mental son una realidad creciente y preocupante. Según la OMS (2023), la depresión y la ansiedad son algunas de las principales causas de enfermedad y discapacidad en los adolescentes, sin mencionar que un número considerable de defunciones de adolescentes de 15 a 19 años son por suicidio; muchos de estos problemas de salud continúan a lo largo de la vida. Además, los trastornos de ansiedad y el estrés crónico están en aumento, especialmente en contextos educativos y laborales. La salud mental afecta directamente el rendimiento académico, el aprendizaje, la toma de decisiones y las relaciones interpersonales. Cuando una persona no tiene acceso al apoyo necesario, los problemas de salud mental pueden llevar a un círculo vicioso de bajo desempeño escolar o laboral, ausentismo, enfermedades físicas por un sistema inmunológico afectado y, en casos extremos, a comportamientos de riesgo como el abuso de sustancias o conductas autolesivas.

Como puede apreciarse, la salud mental es un aspecto esencial para el bienestar general de las personas al tener un impacto directo en todos los ámbitos de la vida: desde el escolar hasta la productividad laboral, pasando por la calidad de las relaciones personales y la capacidad para enfrentar los desafíos cotidianos. Todo ello no es tarea de un solo individuo ni de un solo sector; requiere de la colaboración de la familia, de la escuela y de la comunidad en su conjunto. Este abordaje integral es vital para crear entornos en los que las personas, sin importar su edad ni su contexto, encuentren el apoyo necesario para enfrentar las dificultades emocionales y desarrollar habilidades para la resiliencia.

¿Qué podemos hacer para fortalecer la salud mental?

Desde el entorno familiar, es fundamental promover una comunicación abierta y honesta. Muchas veces, las personas que atraviesan una crisis emocional no se sienten comprendidas o tienen miedo de expresar lo que sienten por temor a ser juzgadas o a que se minimicen sus padecimientos. En estas circunstancias, la familia puede desempeñar un papel fundamental al proporcionar un espacio seguro a partir del cual cada miembro se sienta libre para compartir sus emociones y preocupaciones. Esto implica escuchar activamente y sin prejuicios, validando los sentimientos del otro y ofreciendo apoyo incondicional. Además, los familiares deben estar atentos a los cambios de comportamiento que puedan indicar una lucha interna, como son el aislamiento, la irritabilidad o la pérdida de interés en actividades que antes les eran significativas. En lugar de ignorar o de minimizar estos síntomas, se debe tomar una postura proactiva, alentando a la persona a buscar ayuda profesional cuando sea necesario. Fomentar hábitos saludables, como una alimentación balanceada, la práctica de actividad física y la incorporación de técnicas de autocuidado, también es crucial. La familia puede ser un modelo de vida positivo, enseñando a través del ejemplo la importancia de cuidar la salud mental y el bienestar emocional.

En el ámbito escolar, docentes y personal educativo deben ser formados y sensibilizados para identificar y responder a las señales de alerta que indican que un estudiante podría estar atravesando dificultades emocionales. Las escuelas pueden convertirse en «espacios seguros» donde se promueva un enfoque de apoyo, entendiendo que los estudiantes pueden estar lidiando con experiencias adversas más allá del entorno académico. La implementación de programas de Primeros Auxilios Psicológicos en las escuelas es una medida clave para brindar un apoyo inmediato y adecuado. La creación de espacios seguros donde los estudiantes puedan expresar sus emociones, recibir orientación y conectar con sus pares es vital para fortalecer su red de apoyo social. Integrar la educación emocional en el currículo escolar es otra estrategia eficaz, dado que, al enseñar a los estudiantes a reconocer, comprender y gestionar sus emociones, se les proporcionan herramientas prácticas para enfrentar el estrés y los desafíos de la vida cotidiana. Este enfoque no solo beneficia a los estudiantes que están pasando por un momento difícil, sino que al mismo tiempo fomenta una cultura de empatía y de cuidado mutuo entre toda la comunidad educativa.

A nivel comunitario, es esencial fortalecer las redes de apoyo y garantizar el acceso a los servicios de salud mental. Las comunidades pueden desempeñar un papel activo en la promoción del bienestar emocional a través de la organización de actividades y de talleres que fomenten la inclusión y el sentido de pertenencia. Crear grupos de apoyo, así como ofrecer recursos educativos sobre salud mental ayuda a desmitificar y a reducir el estigma asociado con los problemas emocionales. Además, es crucial que las comunidades trabajen para garantizar que los servicios de salud mental sean accesibles y asequibles para todos. Lo anterior implica contar con profesionales capacitados y campañas de concientización que informen a las personas sobre cuándo y cómo buscar ayuda. La promoción del bienestar colectivo también puede realizarse a través de eventos que reúnan a la comunidad, como actividades deportivas, ferias de salud y talleres de manejo del estrés y de autocuidado. Estos eventos no sirven solamente para brindar información valiosa, sino que también crean un entorno de apoyo donde las personas pueden conectar entre sí, compartir experiencias y encontrar apoyo en la comunidad.

Trabajemos por espacios de desarrollo seguros y favorecedores de la salud mental

A manera de conclusión, la salud mental debe ser vista como una responsabilidad compartida; la familia, la escuela y la comunidad deben actuar como pilares de apoyo integral para propiciarla. Ernesto, Rocío, Roberto y Ana representan únicamente algunas de las múltiples formas en que las dificultades emocionales pueden manifestarse en nuestras vidas. Cada uno de estos casos muestra que los desafíos relacionados con la salud mental pueden afectar a cualquier persona, en cualquier etapa de la vida y en cualquier contexto. Al hablar abiertamente sobre la salud mental y al alentar a las personas a buscar ayuda cuando lo necesiten, estamos dando un paso fundamental hacia la construcción de una sociedad más comprensiva y solidaria. Es esencial reconocer que cuidar de nuestra salud mental no es una señal de debilidad, sino un acto de fortaleza y de autocuidado. Crear entornos familiares, escolares y comunitarios que apoyen el bienestar emocional es clave para garantizar que todas las personas tengan la oportunidad de desarrollarse, así como de vivir de manera plena.

Más información

Organización Mundial de la Salud. (2023). La salud de los adolescentes y los adultos jóvenes. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/adolescents-health-risks-and-solutions

Organización Mundial de la Salud. (2022). Salud mental: fortalecer nuestra respuesta. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response

Organización Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud. (s/f). Determinantes sociales de la salud. https://www.paho.org/es/temas/determinantes-sociales-salud

La autora es profesora e investigadora de la Universidad de Colima. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores de CONAHCYT. Sus líneas de investigación son: procesos y prácticas educativas, educación e intervención en contextos comunitarios y desarrollo saludable.

Correo: [email protected]

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