Del “fricalor” y otras aberraciones climáticas
Por Gabriel Páramo///Ágora Digital
Mercurio
Ciudad de México,(01-11-2024).-El clima de la Ciudad de México es enloquecedor. Hace muchos años, un señor de Chihuahua me dijo de mal humor: “dicen que mi tierra es extremosa, pero extremoso esto, en el que cada día se viven todas las estaciones del año y algunas que seguramente se inventaron especialmente para esta mugrosa ciudad”. El breve discurso fue mientras el tipo se despojaba de tremendo chamarrón y dejaba ver una camisa de cuadros con grandes marcas de sudor en los sobacos.
Venus
Mi ex amiga Sonia, de un pueblo cercano a la capital oaxaqueña maldecía de la CDMX el hecho de que puede llover prácticamente cualquier día del año, ya sea primavera o invierno, verano u otoño. No es posible prever que una fiesta al aire libre estará totalmente libre de lluvia, y los chilangos nos hemos acostumbrado a que un poquito de agua no arruina ningún festejo… aunque a veces, las lluvias no son “un poquito”, sino torrentes que parecen sacados del mar del Norte.
Tierra
Porque el clima de la capital del país, además de caótico es exagerado. Igual puede ser una lluvia mansa que dure horas, que una tormenta con rayos y vendaval que destruya todo y, además, ambas pueden ocurrir con horas de diferencia. No tenemos temporadas largas de sequía, pero si ondas calurosas en las que aunque el termómetro no suba de unos soportables 30 grados, debemos tener en cuenta que no son lo mismo 30 grados al nivel del mar, que 30 a más de dos mil metros de altura, en un vagón repleto de un metro que va lento bajo la tierra o un microbús diseñado para torturar gente embotellado en alguna avenida.
Marte
Mi hija Vale, por su parte, se queja de que en la Ciudad hace mucho frío. Ella está acostumbrada a vivir en un lugar que los casos de congelación se dan a partir de los 20 grados, así que sus visitas nunca han sido agradables para ellas. Incluso, gente de lugares donde realmente hace frío, como Rusia, aseguran que el de la Ciudad de México es particularmente molesto. Boris, un gigantesco panadero que va a calentar sus huesos en la alameda de Santa María, confiesa: “uno cree que viene a un lugar tropical, pero ese frío pequeñito de México se te va metiendo en los huesos. Además, las casas y la ropa son completamente inadecuadas”.
Cinturón de asteroides
Hoy salí de mi casa con una temperatura de 8 grados a las 7 y media de la mañana. La calle estaba húmeda y la neblina no dejaba ver los cerros cercanos. Me subí al microbús, con camisa de manga larga, sudadera y chamarra. Una media hora después, como 200 metros snm más abajo que en mi casa, la temperatura ya había subido a 15 grados dentro del vehículo repleto, se sentía bastante calor. Al llegar al metro superábamos ampliamente los 16 grados, que en muchos países ya se considera cálido y veintitantos kilómetros más adelante, en una colonia industrial al norte de la ciudad, tuve que quitarme sudadera y chamarra para no desmayarme.
Júpiter
Mis hijas grandes hablan del clima citadino como “fricalor”, una mixtura con lo peor de lo gélido y lo cálido. Tal vez en un pasado idílico, antes que los mexicas decidieran que el águila y el nopal y lo que fuera que estuviera comiéndose lo habían encontrado cerquita de la actual Catedral y que esa era le tierra prometida (con toda la maldición que esas supuestas tierras prometidas por deidades dadas a repartir lo ajeno traen aparejadas) el clima de estos lugares era agradable, pero realmente lo dudo.