Historias de viejitos

Por Gabriel Páramo///Ágora Digital
Mercurio
Ciudad de México,(14-10-2022).-Esto de ser viejo es, al menos, curioso. Evidentemente, cada uno de nosotros es diferente de lo que era hace diez, veinte o más años, pero esto es del todo normal. Muchas veces, esos cambios molestan, desconciertan o causan gracia a los propios ancianos. Va desde los nombres ridículos que ahora se usan, desde el absurdo de “tercera edad”, que suena a personaje de fantasía heroica, del tipo de “Alfredo de la Tercera Edad, debes dirigirte a la tierra de Easthrundel a batallar contra las legiones de orcos…”. Otras formas son molestas como abuelitos (“nuestros abuelitos”, mucho peor), viejecitos, y otros por el estilo.
Venus
Voy por tercera vez a sacar mi nueva tarjeta del club de descuentos a viejos o Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (¿hay personas adultas medianas o menores?), y por tercera vez salgo sin nada. La primera ocasión habían cambiado los formatos y nadie sabía cuándo habría nuevas credenciales. La segunda, lo reconozco, no llevaba impresas algunas de las decenas (exagero) de copias de documentos que requieren. La tercera fue algo particular. Llego al módulo, donde atienden muy bien, con mucha amabilidad, pero me piden copia del INE, copia de comprobante de domicilio (¿para qué si viene en el INE?), copia del CURP, copia del acta de nacimiento (¿pues no había entregado ya el INE y el CURP, que por cierto, dice que el documento probatorio fue, precisamente, el acta de nacimiento?), fotografías y el nombre de un adulto que pueda recibir notificaciones, supongo, por si aparezco muerto en una calle o caminando sin rumbo por avenida Insurgentes a las tres de la mañana.
Tierra
Una vez que dan visto bueno a esos papeles, me dan una ficha y me mandan a otra fila (bueno, es un decir, es a unas sillas). Allí, ignoran la ficha y las personas que atienden preguntan quién va a trámite de alta al INAPAM. Vuelvo a sacar mis papeles, pero resulta que la copia del acta de nacimiento que llevo está incompleta, le falta una esquina donde viene un número que aparentemente es la clave para entrar a Asgård o algo por el estilo, porque por eso resulta que yo no soy yo y no me puedo dar de alta. “No se preocupe, consiga su acta y regrese, estamos hasta las cuatro, me dice la servidora pública”. Claro, como soy viejito, ciudadano de la tercera edad, abuelito y persona adulta mayor seguro he de tener un montón de tiempo libre para poder estar dando vueltas para terminar trámites. No he podido ir a una cuarta vez porque trabajo de martes a sábado, pero el lunes pasado estuve ocupado (con asuntos del empleo).
Marte
Como los compañeros sindicalizados de la Universidad donde trabajo tuvieron un par de días libres, estoy apoyando en el proceso de inscripciones a un nuevo curso. Llega una pareja joven con una niña de brazos y un niño inquieto, pero muy bien educado (“juicioso”, diríamos los candidatos a INAPAM), y empiezo a platicar con él mientras sus padres hacen su proceso de inscripción. Me cuenta que se llama Jair, que está en primero de primaria en el grupo C. Mientras platicamos, me mira largamente y me pregunta: “oye, ¿tú ya estás viejo?” Le respondo que sí, que tengo 64 años, casi 65. Me mira con sus grandes y profundos ojos y vuelve a preguntar: “¿entonces ya te vas a morir?” Su mamá enrojece con una profundidad que nunca había visto en otro ser humano y el papá traga saliva y se escucha muy fuerte el proverbial ¡gulp! El niño no comprende el problema, y la verdad es que yo tampoco. Solo le respondo que espero que su predicción no se cumpla muy pronto y seguimos con el proceso. Estoy seguro de que sus papás pensaron que su inscripción sería rechazada en ese mismo momento.
Cinturón de asteroides
He de confesar que algo que disfruto es no pagar en el metro y, sobre todo, que en algunos vehículos ocasionalmente me cedan el asiento. Lo han hecho hombres y mujeres jóvenes y de mediana edad, niños y niñas, e incluso, algunos cincuentones. Lo disfruto porque no me gusta ir de pie, siento que no tengo la suficiente fuerza y porque sostengo que algún “premio” debemos tener, o porque como dirían algunas personas que me conocen, simplemente soy un conchudo.