El poder de las palabras en el entorno familiar

  •  “Lo único que te pido a cambio es que cuando hables conmigo, cuides tus palabras. Que tus palabras sean justas, que sean del tamaño de tus sentimientos, porque si tú me dices no, para mi es no, y si me dices llueve, para mí está lloviendo. Y si me dices amor, para mí es amor”: Rosario Castellanos

Colima,(07-03-2025).-Se dice que las plantas crecerán en armonía y las flores brotarán abundantemente si nos tomamos un tiempo para hablarles. Y descabellada esta idea no suena, pues todo ser vivo reacciona ante la magia del amor. Así que, cuéntales cómo encontraste tiempo para buscarlas en el vivero, de cómo las has colocado cuidadosamente en tu jardín, háblales de las mariposas, las abejas y los pajarillos que se posan en ellas para prolongar su vida en este planeta, cuéntales tus planes, háblales bonito, trátalas con paciencia y cuidado.

Quienes tenemos mascotas podemos notar los efectos de las palabras dulces y los mimos pues los animalitos se deshacen de ternura cuando les diriges alguna oración ya sea al oído o simplemente dulcificada en voz baja y son capaces también de reconocer que algo se ha vuelto más serio cuando el tono de voz se eleva o se muestra menos amable.

Ahora imaginemos lo que las palabras con dulzura y calidez pueden hacer en los niños de nuestro entorno. Y no es que de vez en cuando no sea necesario hablarles firme, pero también hay que buscar formas de mantener en los niños la energía creativa del amor, a través de acciones de cuidado, pero también de palabras donde manifestemos nuestra necesidad de mostrar afecto y de mantenernos cercanos a través de palabras y acciones que les permitan reconocer que serán escuchados con respeto, amor y cordialidad.

Los niños escuchan, aprenden y repiten patrones de conducta, pero también son seres vulnerables a lo que sucede a su alrededor. Si en su entorno no reciben palabras que demuestren amor, comprensión, respeto, empatía y gratitud es muy probable que su crecimiento se vea mermado, porque los humanos, tal como las plantas, requieren de ‘abono’ que fortalezca su interior para su sano crecimiento.

Las palabras por sí solas no tienen tanto impacto y para que cobren sentido se apoyan de la entonación, el significado, el contexto y la interpretación. Por eso, no es lo mismo cuando un niño dice palabras altisonantes porque alguien le pide que lo haga que un adulto durante una discusión mencione alguna de estas palabras o frases ya que la carga semántica será mayor por el contexto y el conocimiento del lenguaje del adulto.

Los niños podrían no entender el significado y no tener ninguna intencionalidad comunicativa pues dicen palabras o frases por mera repetición, pero es importante considerar a qué palabras estamos dejando expuestos a quienes apenas comienzan a adquirir el lenguaje y a partir de lo que reciban crearán su identidad.

Por ello, sería conveniente analizar qué estamos ‘sembrando’ en los más pequeños de nuestro entorno, revisemos si fomentamos su imaginación al leerle un cuento o compartir un juego o será que más bien decides que para evitar la fatiga le concedes interminables horas de diversión a cargo de un ser inanimado como un celular, una tableta, una televisión o una consola de videojuegos.

Y nada de lo anterior se menciona por satanizar dichos objetos, todos ellos, a su manera proveen herramientas útiles para los niños, mejoran su destreza, movilidad y hasta su capacidad de concentración, pero cuando se usan con moderación, sin que se conviertan en el mandamás de su educación y desarrollo cognitivo.

El ajetreo de la vida actual complica algunas veces la participación de los padres en la educación de sus hijos, y muchas veces, también les impide compartir tiempo de calidad con los hijos, quienes crecen con las necesidades materiales básicas cubiertas, no así con las afectivas; en otros casos, las familias se conforman de una figura de autoridad, ya sea papá o mamá y esto también representa un desbalance en el acompañamiento del menor.

Es fácil decirlo, pero es complicado ponerlo en práctica y es que el consumismo se fortalece con las creencias de que siempre necesitamos más para lograr la felicidad. Más trabajo para tener más dinero, más dinero para adquirir más bienes materiales y, nos convencemos de que ello hará mayor nuestra felicidad. Pero qué hay de compartir tiempo, de soltar un momento los aparatos electrónicos y mantener vínculos genuinos con la familia.

Hagamos espacio en nuestras apretadas agendas para preguntar cómo estuvo el día de los niños con los que departimos, con paciencia y calma escuchemos las historias reales o imaginarias que tiene que compartir, dejemos que fluya en la libertad de decir lo que piensa, siente o sueña para que sea un adulto que no tema o esconda sus sentimientos o pensamientos por creer que será juzgado.

En realidad, esto es fundamental, sobre todo, cuando hay niños pequeños en casa, puesto que los niños requieren ser cobijados por la presencia de padres o tutores o al menos por uno de ellos, ya que esta figura será quien fortalezca, con su presencia y cuidados, la creación de su propia identidad. Y a lo largo de la vida estarán entregando aquello que guarden en su interior, aquello que hayan recibido y debemos esforzarnos en que lo que otorguen a otros sean palabras de aliento y amor.

A veces, esta carencia se busca cubrir en la escuela y entonces los niños consideran a sus maestros como su figura, su ejemplo, su protector. Y está bien, sin embargo, el profesor no puede sustituir lo que en el seno del hogar pueden proveerle al niño, le dedica palabras amables y cargadas de cariño, aunque en el desempeño escolar sean notorias las necesidades esenciales a cubrir en cada alumno.

Y es que es muy importante lo que decimos en casa, y no solo es relevante lo que decimos, sino cómo lo decimos, pues el tono como se dice puede repercutir en los pensamientos del niño y afectar su interpretación. Por eso es imprescindible hacer una reflexión acerca de aquello que le dices a los más pequeños de tu entorno pues lo que comunicas verbalmente dice mucho de la forma en la que ves la vida y la forma en la que deseas insertarte en la sociedad y al ser un ejemplo para ellos, estamos dando la pauta para su propia comprensión del mundo.

La autora es Maestra en Intervención Educativa por la Universidad de Colima.

Correo: bramírez42@ucol.mx