Sinergia, no concurso de causas

Colima,(10-10-2025).-Hemos escuchado —y tal vez vivido— esas objeciones demasiadas veces. Cuando fui parte hace casi 20 años de un proyecto de la UNAM para detectar y acompañar talento científico en niñas y niños, alguien inmediatamente cuestionó: “¿y por qué solo ciencias?, ¿por qué no arte?”. Más recientemente, a una colega que impulsó talleres de arte en una comunidad rural, le cuestionaron por qué “esas cosas”, si había adicciones y problemas de salud “más urgentes” que atender en ese entorno. Y así, en bucle: si la ayuda es a refugios de animales, ¿por qué no a personas mayores? Si se trabaja con personas mayores, ¿por qué no con niñas y niños en calle? La lista es interminable pero la trampa se repite: forzar una competencia entre causas, como si el compromiso social fuera un objeto fijo que, al cortare un trozo, deja de existir para las otras.

Pero la evidencia disponible sugiere otra cosa. Cuando miramos el activismo con lupa, lo que aparece no es un juego de suma cero, sino efectos de arrastre: participar en una causa suele abrir puertas hacia otras, no cerrarlas. Eso es lo que muestran, por ejemplo, estudios longitudinales sobre las consecuencias biográficas del activismo: quienes se involucran tienden a sostener e incluso ampliar su participación política con el tiempo, más allá del motivo inicial. Dicho de otro modo, el compromiso no se “gasta”: se multiplica. La investigación de Helander observó un efecto positivo a largo plazo de haber participado en un movimiento sobre la participación política futura; además, ese efecto se mantiene aun controlando variables de confusión y no depende de si la protesta “gana” su demanda central.

Por otra parte, el activismo teje redes de movilización y despierta interés político. Incluso si sus efectos sobre la participación de muy largo plazo son más modestos, en el corto plazo esas redes tienen un efecto significativo: nos invitan, a veces directamente, a otras acciones y espacios.

Esta lógica sinérgica no se limita a individuos. A escala colectiva, los movimientos generan resonancias que atraviesan lo personal, lo institucional y lo social. El análisis sobre activismo y transformación social habla de esferas “horizontal, diagonal y vertical” para describir cómo la acción colectiva repercute más allá de sus efectos inmediatos: transforma biografías, reorganiza prácticas en las instituciones y reconfigura marcos culturales de sentido. Es decir, el eco de una lucha puede modificar otras, alentar alianzas y producir memoria colectiva que alimenta nuevas formas de organización.

Ahora bien, ¿por qué nos seduce el marco competitivo de “si ayudas allá, descuidas acá”? Porque simplifica un mundo complejo en una disyuntiva cómoda. En la práctica, apoyar una causa no minimiza otra; con frecuencia la potencia.

Vuelvo a los ejemplos del inicio. Apoyar ciencia no niega el arte; impulsar arte no desprecia la salud pública; cuidar animales no desatiende a personas mayores; trabajar con personas mayores no invisibiliza a niñas y niños. Lo que necesitamos es anclarnos en marcos de cooperación, reconocer interdependencias y buscar cruces fértiles. Si algo enseñan los movimientos es que las causas se alimentan: una comunidad organizada por bibliotecas puede volverse, poco después, comunidad organizada por agua; un colectivo que aprende a dialogar con autoridades para frenar una reforma regresiva puede usar esas destrezas para abrir protocolos contra violencias.

La falacia de la proximidad obligatoria.

Cuando alguien diga “primero resuelvan lo de aquí”, se le podría preguntar: ¿por qué no ambas cosas y en colectivo? La participación cívica no es un recurso natural escaso e inmutable; se produce, se aprende, se hereda. Y si queremos más compromisos locales, paradójicamente, conviene no descalificar los compromisos “lejanos”: con frecuencia son la escuela donde se entrenan las manos, la imaginación y la confianza que luego también se ponen al servicio de lo cercano.

Hace un par de días, una de mis contactos en redes refería a las descalificaciones que recibió por manifestar su apoyo a las Flotillas humanitarias que partieron a Gaza. Mencionaba la apabullante ola de comentarios de burla e indiferencia recibidos. Me tocó ver muchos escenarios parecidos del tipo “preocúpense primero por Sinaloa y la violencia de nuestro país”.

En este sentido, la empatía no es un depósito único que se vacía: es un conjunto de procesos parcialmente distintos —compartir la experiencia afectiva y mentalizar/perspectiva— que pueden co-activarse y modularse de forma coordinada. La revisión neurocientífica de Zaki y Ochsner muestra que estas redes operan como rutas complementarias hacia la preocupación Mantener varias preocupaciones a la vez no “apaga” una por atender otra.

Desacreditar una causa invocando otra más “cercana” o “urgente” es retóricamente simplista: explota sesgos afectivos (preferencia por lo identificable) y desplaza la conversación hacia una falsa competencia. La investigación en razonamiento moral muestra, en cambio, que el progreso social emerge cuando las personas cuestionan normas injustas y articulan razones para ampliar el círculo de consideración moral, incluso frente a la desaprobación del entorno. No se trata de elegir entre “aquí” o “allá”, sino de razonar sobre principios y sobre dónde nuestras acciones tienen más efecto, sin convertir la geografía en dogma.

La experiencia, los datos y la memoria de los movimientos nos muestran que la participación crea condiciones para más participación —en múltiples direcciones— y que lo que diferencia una espiral virtuosa de otra que se apaga no es “ganar” siempre, sino cómo nos tratan en el proceso y cómo cuidamos nuestros vínculos. Apostar por la sinergia es apostar porque la sociedad civil se vuelva menos frágil y más capaz de sostener simultáneamente sus urgencias.

Más información:

Helander, S. (2016). Movement and empowerment: Explaining the political consequences of activism. Revista Internacional de Sociología, 74(4), e049. https://doi.org/10.3989/ris.2016.74.4.049

Killen, M., & Dahl, A. (2021). Moral reasoning enables developmental and societal change. Perspectives on Psychological Science, 16(6), 1209–1225. https://doi.org/10.1177/1745691620964076

Julio Cuevas Romo, profesor-investigador de la Universidad de Colima. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de SECIHTI. Líneas de investigación: Procesos de enseñanza y aprendizaje de ciencias y matemáticas en contextos de diversidad, uso de narrativas audiovisuales para la enseñanza.

Correo: jcuevas0@ucol.mx

Sitio: https://www.researchgate.net/profile/Julio-Cuevas/research